20.8.11



Una sensación de ternura embargó su corazón. Estaba haciéndolo todo en su momento. En el momento apropiado para los dos.

Sus cuerpos encajaban a la perfección. Se dio cuenta de que habían sido creados el uno para el otro. La besó suavemente y sintió su aliento cálido en la garganta. Cerró los ojos para deleitarse con lo que estaba sintiendo. Sus bocas se encontraron en una explosión tan espontánea y ardiente que amenazó con consumirlos.

Tenía que ir despacio si quería apreciar plenamente la magia existente entre sus cuerpos. Pero una vez más se sintió perdido en el placer. Perdido en medio de una tormenta. Pero no estaba solo, ella estaba agarrada a él, respondiendolo en cada movimiento.

Era una auténtica tormenta. Una tormenta de deseo, de ardor y de frenesí. Y fue tan intenso que perdiron la noción del tiempo y del espacio. Ya no había vuelta atrás.
La respiración entrecortada de ella estaba acompasada con la de él, y aquel sonido era lo único que rompía el silencio.

Mientras los dos se consumían en la tempestad más dulce que hubieran conocido.

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