26.7.11

Él y ella

Él vestido de besos caminaba desnudo
por las trémulas calles que el amor propició,
ebrio y más desfilaba por los besos cual vino
que bebió de la boca de la dama que amó.


Ella abierta cual rosa, mariposa dormida,
con sus pétalos todos donde el grito murió,
de alas frágiles mudas entregadas al lecho
hace poco testigos de una guerra de amor.


Y allá mutuo fue el gozo, más allá del ombligo,
derramado hasta el pubis en intenso temblor,
contrastaba el temor de sentir lo sentido:
la terrible sospecha que asechaba el amor.


Él a pasos lejanos olvidando el camino
recitó tartamudo y agarrando valor
incoherencias pueriles de un complot del destino,
de un regalo de cielo y un milagro de Dios...


Incoherencias pueriles improbables y burdas...
Ilusiones de vida... semillitas de amor...


Beto Aveiga

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