Después, que las sombras,
si quieren, invadan.
Y que los ojos se apaguen
sólo con el sueño.
Que un estrépito de mimosas,
luego, nos despierten
y que el olor a noche
turbe nuestros sentidos,
que nunca fue tan bello
el saber de la lejanía.
Cuando te vayas,
sea llegando el frío.
Cuando la lluvia
sea alegría.
Cuando el viento
sepa a olas
y el sol sólo sea una tregua
en el fragor del deseo.
.
Felipe Sérvulo
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